Ojos que no ven, corazón que no siente
Y ella empezó a correr. Corría tan rápido como sus pies le permitían. Él iba detrás corriendo tras ella mientras le insultaba y amenazaba. La calle era larga y oscura y no había nadie. Ella pedía auxilio y lloraba mientras mil pensamientos le nublaban el cerebro y el miedo le inundaba el alma. Corría, corría, pero en un momento miró para atrás y se chocó contra un coche. Cayó al suelo. Él llegó donde estaba y le golpeó en la cara. Ella se desmayó. Oscuridad. Pasaron días, semanas y nadie sabía nada de ella. Él callaba y maldecía del cabrón que le hubiera hecho algo a esa pobre chica. Qué h... de p... habría podido hacer algo así, que ese tipo de personas no merecían vivir. Y pasaron los años mientras que él hacía su vida, daba besos a su hija antes de dormir y le decía Te quiero a su mujer. Iba a su trabajo y caía bien a todo el mundo. Qué gracioso es, qué buena gente. Sí... los monstruos saben engañar muy bien a quienes le rodean. Años más tarde sus padre