Ojos que no ven, corazón que no siente




Y ella empezó a correr. Corría tan rápido como sus pies le permitían. Él iba detrás corriendo tras ella mientras le insultaba y amenazaba. La calle era larga y oscura y no había nadie. Ella pedía auxilio y lloraba mientras mil pensamientos le nublaban el cerebro y el miedo le inundaba el alma. Corría, corría, pero en un momento miró para atrás y se chocó contra un coche. Cayó al suelo. Él llegó donde estaba y le golpeó en la cara. Ella se desmayó. 

Oscuridad.

Pasaron días, semanas y nadie sabía nada de ella. Él callaba y maldecía del cabrón que le hubiera hecho algo a esa pobre chica. Qué h... de p... habría podido hacer algo así, que ese tipo de personas no merecían vivir. Y pasaron los años mientras que él hacía su vida, daba besos a su hija antes de dormir y le decía Te quiero a su mujer. Iba a su trabajo y caía bien a todo el mundo. Qué gracioso es, qué buena gente. Sí... los monstruos saben engañar muy bien a quienes le rodean.

Años más tarde sus padres seguían pidiendo ayuda en televisión para encontrar a su hija. Nadie sabía nada, sin pistas, nada de nada. Y él sonríe en su interior y decide cambiar de canal. Su mujer le pregunta que por qué cambia, pero él no responde y se hace el despistado. Ella sabe que en el pasado han sucedido cosas malas, pero decidió callar y hacer como si nada. No iba a quedarse sin su vida cómoda por un error. O por dos. O por más. Él le quiere y quiere a su hija, no va a estropear su familia ni se va a quedar sola. Bueno, son sospechas, no tiene por qué ser él otra vez.

Pasan los días y él una noche habla en sueños. Grita y amenaza a alguien como aquella noche de verano en aquella calle. 

- Es mejor que me hagas caso si no quieres acabar mal. Quítate la ropa y ni se te ocurra gritar. 


Y entonces la mujer entiende lo que pasó. Y entiende que lo ha vuelto a hacer. Y sabe que ha sido él de quien hablan en el telediario. En el pueblo se rumoreaba que había sido alguien que vivía cerca de la chica. Y ella llora durante toda la noche. Él despierta y le da un beso. Lleva a su hija al colegio y se va a trabajar. 

La mujer se queda en casa pensando, se debate y llora. Así durante toda la mañana. Al mediodía él viene a casa y comen juntos. 

- Qué rara estás, qué te pasa. 

- No me pasa nada, me duele la cabeza. 

Y él le vuelve a dar un beso y vuelve al trabajo. Ella se decide por fin y va a la Guardia Civil. Cuenta lo que le contó él que hizo hace años a esas chicas y lo que oyó en sueños la noche anterior. Los guardias le detienen esa misma tarde. En el interrogatorio acaba contando lo que pasó esa noche y señala donde está el cuerpo. Le presionan por las demás, el calla y les mira desafiante. Esa noche acaban encontrando a todas juntas en aquel pozo.

HORROR.

Su mujer también queda detenida como cómplice, no de esta última chica, sino de las otras chicas desaparecidas. Ella lo sabía, pero se calló. Pasan 5 años y un día su hija fue a verle a la cárcel. No le había vuelto a ver desde que se decidió a decir la verdad, qué grande está, qué guapa. Su hija le preguntó que por qué no había contado antes lo que había hecho su padre. La madre empezó a llorar. Y su hija volvió a recriminarle que por qué ella confesó lo que había hecho él con la última. Su madre dejó de llorar, quedó en silencio, alzó la cabeza y le contestó con rabia. 

- Denuncié a tu padre porque esa vez no me había contado que había sido él el que la había violado y matado. Las anteriores veces sí me lo contó. Y no me gusta nada de nada que me oculten las cosas.

SILENCIO.















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