Toca la trompeta


Mi abuelo es una persona muy especial. Fue trompetista durante la mayor parte de su vida. A mi papá le enseñó a tocar el violín. Mi papá me quiso enseñar a mí también a tocar un instrumento, pero no se me da bien ni el violín, ni la guitarra, ni el piano... Pero mi abuelo me dice que no me preocupe, que yo tengo madera de artista, pero de otro tipo.

Me gusta ir con mi abuelo al centro de mayores. Me dice que le salen baratas las bebidas y me pide un Kas Manzana que me encanta. Él fuma un cigarrillo Ducados que huele fatal y se bebe un zurito de vino tinto. Luego se sienta a jugar al Mus con unos señores. Me lleva allí algunos días después del cole y me siento a su lado a verle jugar. Mi abuelo es muy bueno jugando, suele ganar casi siempre.

Cuando son las ferias de mi pueblo voy con mi abuelo a subirme a las barracas. Suele llevar 1.000 pesetas y me sube en la noria, en los coches de choque... y lo que más me gusta es cuando tira palillos con la escopeta de perdigones y me consigue muñecos. Mi abuelo dice que todas las escopetas están trucadas y que tiene que averiguar si tiene que disparar un poco hacia la derecha o un poco hacia la izquierda para poder tirar el palillo. Me consigue muchos muñequitos y vamos a casa tan contentos, sobre todo yo.

Con mi abuelo también he ido a pueblos cercanos al nuestro en su Renault 19 verde. El de mi papá es azul. Mi abuelo suele visitar a familias para ayudarles con las cuentas de su casa. Y es que como dice él "No todo en esta vida es tocar la trompeta, hay que buscarse más habichuelas". Una tarde que mi abuelo no trabajaba, él llevaba en las manos una caja grande de Cola Cao y se oían maullar a gatitos pequeñitos. Me llevó cerca de su casa y los tiró desde muy alto. Eso no me pareció bien y le pregunté por qué lo hacía. Él me respondió que era porque ya tenía muchos gatos y no podía encargarse de más. Ese día me sentí muy triste por los gatitos. Ojalá estuvieran bien.

Un día mi abuelo se vino a vivir con nosotros a casa. Se sentía muy triste, ya casi no hablaba, ni quería comer. Ya no me llevaba a tomar Kas Manzana, ni a las barracas cuando había ferias, ni tampoco me llevaba en su coche verde... Se pasaba el día llorando y viendo la televisión. Han pasado ya meses y él sigue igual, ahora está viendo "La ruleta de la fortuna".  

- Abuelo, ¿qué haces?
- Nada hija.
- ¿Por qué siempre estás triste? - pregunto preocupada.
- ¿Te acuerdas cuando tiré a los gatitos en la caja del Cola Cao?
- Sí, me puse muy triste... 
- Pues ahora soy yo el que está dentro de esa caja y se va a caer por el acantilado. 

Me pongo a llorar desconsolada. Sabía que algo estaba pasando, pero papá y mamá bajaban la voz cuando me acercaba donde estaban ellos. 

- Abuelito, yo creo que los gatitos no se murieron. 
- ¿Por qué crees que no hija?
- Porque aunque eran indefensos y pequeños eran valientes. Estoy segura de que ahora están con otra familia y son muy felices. 
- ¿Tú crees? - mi abuelo se puso a llorar.
- Y además abuelo, tú también eres valiente. Prométeme que si te caes por el acantilado y estás bien tocarás la trompeta para que sepa que estás ahí. ¿Prometido?
- Prometido.

Y nada más decirme esto seguimos viendo la tele. Al rato mi abuelo se quedó dormido. Y oí en la lejanía una balada de trompeta.



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