Maravillosos años 80

Hoy me he despertado echando de menos recibir una carta. Me acuerdo de la emoción que sentía cuando me escribía el chico que me gustaba. Mi primer amor de niña era un chico de mi pueblo y cuando mis padres me daban una carta suya, me daba un vuelco el corazón. Iba a mi habitación para estar a solas, la abría con cuidado para no dañar el sobre y la leía una y otra vez. "Eres lo más bonito que me ha pasado" "Siempre estaremos juntos" "Te quiero mucho" "Corre corre cartero que escribo a la chica que más quiero". Esa carta era lo mejor de mi día.


Cuando me pasaba algo en el colegio, si había suspendido algún examen o tenía algún pique con alguna amiga, solía recurrir a las cartas para desconectar. Disfrutaba viendo la exaltación del amor, de la amistad... y es que he tenido la suerte de vivir una niñez muy inocente. Será que soy vasca y allí nos educaron de una forma tradicional :)



Cumplí los 18 años en Madrid. Heredé el móvil "zapatófono" de mi hermana. Si le hubiera tirado ese cacharro a alguien a la cabeza fijo que una brecha le hubiese abierto. Era tan grande que me tuve que comprar un bolso para que cupiese. Cuando me llamaban no sabía quién era porque no ponía el nombre, así que me tocaba memorizar los teléfonos frecuentes para identificarlos.



Al tiempo me regalaron mis padres un móvil que podía mandar SMS, qué pasada. Hace poco vi uno igual en la Fundación Telefónica, qué pequeño era comparado con el anterior que tenía. Yo por entonces tenía un novio romántico que me mandaba unos mensajes que me quitaban "el sentío" de lo bonitos que eran. Ya cada vez recibía menos cartas... y menos... y ya nada.



Hace dos años me compré un Smartphone, instalé WhatsApp y mi universo cambió. Ya todo quisqui se podía enterar si estaba en línea, cuándo me había conectado por última vez... Una intimidad apabullante, ironía a la tercera potencia. Hace poco menos mal que lo pude quitar. Desde entonces soy más feliz. Ni me interesa cuándo se ha conectado alguien la última vez, ni a nadie le tiene que interesar cuándo lo he hecho yo. "Se ha conectado a las 10:31, son las 10:32 y no me ha contestado el WhatsApp que le he mandado hace dos minutos. Seguro que le pasa algo" - pensamiento de mucha gente. El mío es "Estoy en la ducha, en el teatro, trabajando, de cañas o simplemente VIVIENDO". Además, quien te quiere contestar, te contesta ahora o diez minutos más tarde. Si no responde nunca, eso ya es otro cantar. Fin del problema.



Me da penita que estamos perdiendo cada vez más el ser únicos. Yo me sentía así cuando recibía una carta, esas palabras eran solo para mí. Esa sensación me duraba mucho tiempo en el cuerpo. Ahora con los mensajes, los emails... no siento lo mismo. Con un beso o un abrazo sí, ojo, eso no cambia a pesar de que las tecnologías evolucionen. 



A pesar de todo sigo cada día abriendo mi buzón con la esperanza de encontrar una carta, que no sea ni del banco, ni de publicidad del chino de la esquina, ni de seguros médicos. Si alguien se anima, le paso mi dirección. Prometo contestar ;)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Las palabras se las lleva el viento, los hechos ni un huracán

El karma funciona tarde o temprano

Somos más fuertes de lo que pensamos

El Amor volverá

Mi reflexión en época de coronavirus

WhattssAps de medianoche

Toca la trompeta

Nada príncipe, nada siempre

No te lo calles nunca

El Rey de las 6 Princesas